La industria alimentaria halal continúa su meteórico ascenso. Según las últimas proyecciones de Halal Food Market, se espera que este sector duplique con creces su valor en siete años, pasando de 2.340 millones de dólares en 2023 a casi 5.285 millones en 2030. Un crecimiento medio anual del 10,5% que refleja una profunda cambio en los hábitos de consumo global.
Esta dinámica se explica, en particular, por el creciente atractivo de los productos halal entre los consumidores no musulmanes, atraídos por sus garantías de calidad y trazabilidad. Así, en Estados Unidos está surgiendo una demanda de productos de primera calidad, como la carne de vacuno orgánica halal, mientras que en el Reino Unido se multiplican los restaurantes certificados.
Asia-Pacífico sigue siendo la fuerza impulsora de esta expansión y representa más del 56% del mercado global. Malasia e Indonesia, con sus grandes poblaciones musulmanas, son pilares de este crecimiento. Sólo Japón sigue luchando por establecerse, obstaculizado por los altos costos de certificación y el relativo desconocimiento del mercado halal.
Más allá de las consideraciones religiosas, es toda una filosofía de producción de alimentos la que hoy atrae a un público internacional que busca productos que cumplan con estrictos estándares de fabricación e higiene.
Ante esta importante evolución del mercado alimentario mundial, los fabricantes tendrán que afrontar nuevos retos. Entre la adaptación de las cadenas de producción, la formación del personal y las inversiones en certificación, el sector halal se perfila como una cuestión estratégica esencial para los próximos años. Una transformación que bien podría remodelar los contornos de la industria agroalimentaria mundial.