“Soy musulmán y estoy agradecido de serlo”, dice el hombre que adoptó el nombre de Malik Abdul Aziz durante su conversión. Una espiritualidad descubierta durante su encarcelamiento en 1992, que marcó profundamente su camino vital.
Esta búsqueda de sentido llevó en particular al ex campeón a peregrinar a La Meca en 2022. Un viaje simbólico que ilustra su compromiso espiritual, aunque a veces algunos cuestionan la ortodoxia de su práctica, en particular a causa de sus tatuajes.
“A las 20 horas estoy en casa”, explica hoy el hombre que alguna vez fue conocido por sus excesos.
Una transformación radical para el niño de Brooklyn que se convirtió en el campeón mundial de peso pesado más joven a los 20 años, antes de vivir un espectacular descenso a los infiernos.
Un cambio que atribuye en gran medida a su fe y a sus nuevas prioridades familiares. Este enfoque más pacífico contrasta con su tumultuoso pasado, marcado en particular por el incidente de la “pelea a mordiscos” contra Holyfield en 1997. Ahora reconciliados, los dos hombres testifican que una segunda oportunidad siempre es posible.