Entre el cierre de mezquitas, las expulsiones de imanes, la eliminación de los contratos estatales con las escuelas musulmanas y el aumento del discurso estigmatizador, la política francesa hacia las minorías, en particular las musulmanas, parece fuera de sintonía con los valores que defiende a nivel internacional.
Durante la reciente visita a Siria, la diplomacia francesa insistió en el respeto a las minorías como condición sine qua non para el reconocimiento de las nuevas autoridades sirias.
París exige en particular garantías para los cristianos, alauitas y otras comunidades minoritarias, la inclusión en las instituciones y la lucha contra el extremismo. Estas exigencias, loables sobre el papel, contrastan sin embargo con ciertas realidades nacionales francesas.
En Francia, muchas mezquitas han sido cerradas en los últimos años con el pretexto de luchar contra el "separatismo", en particular contra una "práctica rigorista del Islam". Los decretos administrativos que invocan la “seguridad pública” o los “valores republicanos” justifican estas decisiones, a menudo criticadas por carecer de transparencia.
En el mismo espíritu, se ha expulsado a imanes sin un recurso legal claro, a veces por declaraciones consideradas demasiado conservadoras, pero no ilegales.
Las escuelas musulmanas bajo presión
Los establecimientos musulmanes, anteriormente apoyados por contratos estatales, también enfrentan restricciones. El cierre o la no renovación de contratos ha privado de financiación a algunas escuelas, obligándolas a reducir su actividad o cerrar.
Estas decisiones a menudo se toman en nombre de la conformidad con los “valores republicanos”, sin un diálogo suficiente con las comunidades interesadas.
Estigmatización normalizada en los espacios públicos
Al mismo tiempo, el clima público está empeorando para los musulmanes en Francia. Los medios de comunicación difunden con frecuencia historias que combinan el Islam y las amenazas a la seguridad. Al mismo tiempo, importantes figuras políticas participan en un discurso que provoca ansiedad, evocando un "peligro islamista" o un "gran sustituto". Estas narrativas alimentan un sentimiento de exclusión entre algunos ciudadanos.
Un doble discurso que cuestiona
¿Podemos preguntar a otros países qué es lo que no respetamos en casa? Al exigir respeto a las minorías de Siria, Francia pone de relieve sus propias deficiencias. Las políticas recientes hacia los musulmanes ponen en duda la capacidad del Estado para garantizar los mismos derechos a todos sus ciudadanos, independientemente de su religión u origen.
La posición francesa en Siria, aunque moralmente defendible, plantea dudas sobre la coherencia de los principios aplicados internamente. Antes de defender el respeto a las minorías en el extranjero, Francia podría cuestionar su propio historial. Una introspección necesaria para seguir siendo creíble en la escena internacional y al mismo tiempo fortalecer la inclusión en el país, según Nouvelle Aube.