Este cementerio sería el undécimo de este tipo en el país, que hoy cuenta con alrededor de 350.000 musulmanes, una cifra que se ha triplicado en una década gracias a la inmigración y las conversiones. Al mismo tiempo, el número de mezquitas también ha aumentado, de 4 en 1980 a 149 en 2024.
Sin embargo, Japón, donde el 99,7% de los fallecidos son cremados, se queda atrás en el desarrollo de los cementerios musulmanes. Quienes se oponen al proyecto citan preocupaciones medioambientales, como la contaminación de las aguas locales. Sin embargo, una encuesta realizada en 13 cementerios cristianos y musulmanes del país no encontró incidentes de contaminación.
Las críticas en las redes sociales, a menudo teñidas de racismo, incluyen comentarios como “Vuelve a tu país”. Ante esto, Yoshihiro Murai, gobernador de Miyagi, defendió el proyecto, afirmando que la creciente diversidad del país exige satisfacer las necesidades de todas las comunidades.
Muray, partidario de la inmigración, subraya que los trabajadores extranjeros y sus familias son ahora una parte integral de Japón y merecen una infraestructura adecuada, también para sus ritos funerarios