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La mezquita más grande de Costa de Marfil, fruto de la colaboración con Rabat, abrió sus puertas a principios de abril de 2024, después de tres años de obras en las que la Fundación Mohamed VI de Ulemas Africanos tomó un papel protagonista.
La superficie de 25 mil metros cuadrados recoge una sala de rezo para alrededor de 7.000 fieles, una biblioteca, una sala de conferencias y un pabellón administrativo. En el país de África occidental, alrededor del 42% de una población total de 29 millones de personas practica el islam.
“Marruecos impulsó la diplomacia religiosa en un contexto donde la guerra contra el terrorismo y el aumento del terrorismo yihadista estaba en el centro de la actualidad internacional”, explica a el Confidencial, Miguel Hernando de Larramendi, profesor de la Universidad de Castilla-La Mancha.
“Después de los atentados de Casablanca en 2013, Marruecos buscó reforzar la seguridad espiritual a través de la reestructuración del campo religioso que, entre otros ámbitos, se va a traducir en la creación de nuevas instituciones y en una renovación de las instituciones de carácter religioso islámico que existían en el país”, añade el académico.
Fue así como surgieron dos instrumentos clave que jugarán desde entonces un papel clave en las relaciones de la diplomacia religiosa de Marruecos con el continente africano: el Instituto Mohamed VI para la formación de imanes y la Fundación Mohamed VI para los Ulemas Africanos.
Este último, creado en junio de 2015, está presente actualmente, con mayor o menor intensidad, en 48 países africanos y tiene como objetivo principal armonizar y unificar los esfuerzos de todos los eruditos islámicos en Marruecos y el resto de África y así identificar, difundir y consolidar los valores del islam.
A la motivación puramente religiosa, también suman los motivos políticos y geoestratégicos. “En un momento, Marruecos entendió que no se podía posicionar en toda la política exterior de los países de Europa y Oriente Medio, sobre todo en países de los que no se podía fiar del todo por cuestiones relacionadas con el apoyo a la integridad territorial del país marroquí”, explica también para este medio Beatriz Mesa, actual investigadora en la Universidad Internacional de Rabat y autora del libro El fracaso de Occidente en África.
Desde 2014 hasta la pandemia, el rey de Marruecos, Mohamed VI, intensificó sus viajes a diferentes países africanos, personificándose en él mismo la influencia religiosa. “La presencia física de Mohamed VI durante estas visitas iba acompañada de su participación en las oraciones de los viernes o del impulso en la renovación de las mezquitas o la creación de otras nuevas”, explica el profesor. De las 70 oraciones del viernes previstas en la agenda oficial de actividades reales entre 2014 y 2016, 13 de ellas se realizaron en países africanos, entre ellos Senegal, Mali, Gabón y Nigeria. Un año más tarde, y solo en 2017, Mohamed VI visitó 50 veces un total de 29 países africanos.
Por otro lado, el Rey también ha participado en la distribución de miles de copias del Corán, impresas directamente por la Fundación Mohamed VI para la Publicación del Sagrado Corán, a varias mezquitas de estos países. Además, se ha reunido con líderes religiosos y jeques sufíes en Senegal, Costa de Marfil y Gabón.
Desde Marruecos, Mohamed VI también ha recibido a las familias sufíes de Tijaniya, además de los representantes de otras escuelas, especialmente Al Qadiriya y Al Maridiya.
En lo relacionado con la construcción, a finales de noviembre de 2024 se cumplieron 60 años desde la inauguración de la Gran Mezquita de Dakar. Una construcción inaugurada a mediados de 1964 y que representó un regalo del difunto rey Hassan II, al también difunto expresidente de Senegal, Léopold Sédar Senghor. En la otra punta del continente, en Tanzania, se levanta otra mezquita bajo el nombre de Mohamed VI en Dar es-Salaam, y a medio camino, en Guinea-Conakri, la historia se repite.
“Un elemento interesante es que ambas reciben el nombre de Mohamed VI como una forma de reforzar la legitimidad y el simbolismo del Rey como impulsor de una vida religiosa caracterizada por la tolerancia en lo que el Ministerio de Asuntos Islámicos de Marruecos defiende como el islam del justo medio. Ese islam equilibrado que a través de una enseñanza tolerante y basada en el malikismo y sufismo, transmite unos valores de un islam verdadero frente a otras opciones”, explica Hernando de Larramendi, según el Confidencial.